Dos personas, dos estilos diferentes, dos ciudades tan distantes... un tema, una historia.

jueves, 16 de agosto de 2012

La historia de Inés


Inés, joven educada en un colegio con fuertes principios religiosos, se jactaba de su pureza y buenos modales.


El profesor de botánica un día decidió llevar a la clase a una excursión por el campo, para explicarles algunos detalles que habían visto anteriormente; el dia transcurrió muy ameno, todos habían disfrutado realmente ese paseo. Cuando llegó la hora de comer algo, todos se quedaron sentados bajo un árbol que con su frondosa sombra invitaba a la relajación, el profesor por el contrario decidió caminar un poco hacia otros árboles que se veían a poca distancia.

Inés, lo alcanzó y empezó a preguntarle acerca de algunas plantas que habían llamado su atención. Mientras el profesor explicaba cada una de sus dudas, continuaron caminando hasta detenerse bajo un árbol de castaño; inmediatamente Inés, hizo un ademán con su nariz como queriendo descifrar algún aroma e interrumpió a su profesor diciéndole que el olor que percibía le era muy familiar, el profesor se puso nervioso y le dijo que no podía ser posible eso, su actitud cambió y trató de evadir el tema.

Inés insistió que ese aroma le era muy familiar y que al parecer el profesor se había sentido incómodo con su aseveración, le comentó que si había hecho algo indebido, a lo que el profesor contestó que no era precisamente algo que haya hecho, pero que entre los botánicos, solían mencionar que algunas plantas y árboles incluida la flor de castaño tenia ese olor peculiar de... cuando un hombre eyacula.
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Fue una revelación inesperada. El profesor de un momento a otro había cambiado la percepción que se había generado en su propia cabeza a cerca de Inés, y en su mismo pensamiento se reprochó, se decía a si mismo, que como persona educada y de pensamientos de avanzada no podía dejarse llevar por los prejuicios. Le parecía familiar un olor que era considerado prohibido para una señorita, que como ella, se jactaba de su pureza moral y espiritual.

Inés pareció notar un cambio en el semblante del profesor nuevamente, se pintó un ligero rubor en sus mejillas que la hizo ver un poco más bella y un poco menos pura, y prosiguió en admirar la naturaleza que les rodeaba. El profesor no se daba cuenta pero algo en su propio interior se estaba desbordando con una fuerza mayor que una marejada, con un calor superior al que genera un meteorito cuando se desmorona al hacer contacto con la atmósfera. Pensaba en la ternura de los pétalos de las flores que les rodeaban, pensaba en los colibríes  que palpitantemente buscaban néctar introduciendo sus picos en los retoños de esas flores, como si no hubiera mañana. Esbozó una sonrisa que Inés no pudo pasar desapercibida. ¿Qué le estaba pasando? no se podía explicar como hasta ese momento no había notado la exquisita belleza que acompañaba a Inés todo el tiempo, y de como el aroma de su piel mezclado con el de la flor de castaño le provocaba tal aversión en su espíritu.

Inés sacó al profesor de sus  pensamientos tocando su mano y diciendo que era mejor que regresaran. Él al sentir el rose con sus suaves dedos se estremeció un poco, pero esto hizo también que regresara a la realidad. El profesor apretó la mano de Inés, se reincorporó y le ayudó a que ella se pusiera de pie. Justo en el momento en que Inés recuperó la posición erguida, levantó su cabeza y sus miradas se cruzaron. El profesor no dejaba de apretar la delicada mano y ella no hacía por soltarse. El profesor la miraba como si hubiera descubierto una nueva flor paseando por las llanuras de siempre, nuevamente ella le sacó de su ensimismamiento diciéndole "Es posible aprender muchas cosas nuevas gracias a las plantas, ¿no es verdad profesor?", él le contestó "Así es, Inés", y sin decir más, se fueron caminando a por debajo de los árboles para encontrarse nuevamente con los demás alumnos de la clase.

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