Dos personas, dos estilos diferentes, dos ciudades tan distantes... un tema, una historia.

viernes, 24 de marzo de 2017

Hiroshima & Nagasaki, entre bombas y dobles hibakusha

Memorias -no oficiales- de Paul Tibbets


Después de haber realizado pruebas en la mas absoluta discreción en el desierto de Nuevo México y haber entrenado durante mas de un año acerca de como se llevaria a cabo la misión en el bombardero modificado B-29... Llegó el momento.

El objetivo: Bombardear la ciudad de Hiroshima con nuestra arma de destrucción masiva, la bomba atomica.

Ya el día anterior se me informó que tendríamos que salir de madrugada para poder llegar muy temprano a nuestro destino, asi es que se nos ordenó dormir desde la tarde para estar preparados cuando llegara el momento. Avisé de inmediato a la tripulación, incluyendo a Robert Lewis, un donjuán, un mujeriego sin remedio a quien considero nuestro mejor piloto, y de a quien pertenece el avión seleccionado para la misión. Cualquiera pensaria que el seria el piloto principal, pero ese honor, lo dejaría para mi y Lewis lo asignaria como mi copiloto.

Momentos antes de salir ya cuando todos nos encontrabamos de frente a la nave Lewis me reclamó el haber colocado las letras Enola Gay, justo a babor de la aeronave, le mencioné que era el nombre de mi mamá y así pasaria a la historia junto conmigo, era una forma de agradecer todo el apoyo recibido durante aquellos años en los que me emocionaba el fantasear con ser piloto y mi papá efusivamente queria que me dedicara a la noble profesión de curar personas.

Al iniciar el procedimiento de chequeo de instrumentos del avión no nos dirigimos la palabra, Lewis estaba visiblemente molesto porque a el le hubiera gustado nombrar su avión de otra manera, pero bueno, ya me habia anticipado y no pensaba disculparme por eso. Cuando el B-29 despegó, su peso era de 66.600 kg (incluyendo 31.500 litros de queroseno). Recuerdo que Lewis estaba inquieto. Por eso no le dije que iba a mantener el avión sobre la pista durante mas tiempo para obtener la mayor velocidad posible.
Era facil de reconocer que íbamos con mucho sobrepeso. Mientras rodábamos en la oscuridad, sabía que nos estábamos quedando sin pista. Entonces Lewis me gritó: "Va demasiado pesado, sube el morro, ¡Ahora!"». Lo ignoré por completo y Lewis intentó tomar los mandos. ¡No los toques!, le ordené. Ambos sabíamos que al final de la pista había un acantilado y que dependia de mi, que la misión despegara correctamente, justo cuando nos encontrabamos al final de la pista, el Enola Gay se elevó lentamente hacia el cielo nocturno.

Varias horas más tarde Hiroshima estaba cerca y ninguno de los dos habiamos intercambiado palabras, Lewis pasó la mayoría del tiempo escribiendo en un cuaderno. Terminé cediendo y pregunté ¿que haces? él solo dijo: escribiendo mis memorias. Le indiqué que no podia hacer eso, Lewis se encogió de hombros y continuó escribiendo. Esa actitutd me enojó y no me quedó mas remedio que informarles de las ordenes que habia recibido, le di una pastilla de cianuro y le dije que no nos podian atrapar vivos y que cualquiera que se reusara a tomarlas debia ser muerto por alguno de nosotros. Me paré, dejé en sus manos el timón mientras iba con el resto de la tripulación para decirles exactamente lo mismo, todos se quedaron asombrados y asintieron con la cabeza.

Son las 8:14 y estamos sobrevolando la isla, desde esa altura denota un aire de tranquilidad y paz, el cielo es hermoso y es una mañana despejada, y por unos segundos me dejo impresionar por la belleza paisajistica del mar bañando las costas de esta progresista ciudad; regreso de esa breve distracción y ordeno a todos colocarse los lentes especiales Polaroid, que evitaría dañar sus ojos del fogonazo que se avecina y que convertirá a ese poblado en un infierno.

Veo mi reloj y ya son las 8:15, no hay mas tiempo para esperar y ordeno que se abran las compuertas para que se libere al "Little boy", ese cuerpo regordete metálico por unos momentos después de liberarlo pareciera que su caida es lenta, incluso que se detiene algunos instantes en su loca caida. Después de un largo silencio entre la tripulación escuchamos un estruendo y la figura inconfundible del hongo radioactivo se dibuja en el paisaje, la incertidumbre llena la atmosfera de la aeronave, ya que como nos advirtieron los cientificos no saben que efecto pueda producir la onda expansiva al avión.

Lewis queda absorto, -la historia oficial después diria que sus primera palabras serian, "¿Dios, que hemos hecho?"- pero yo que estuve con él, se que las verdaderas palabras fueron: "Wow, menudo pepinazo".

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La otra cara -la mas devastadora- de la moneda

Era temprano, Nagasaki, 9 de agosto 1945 y yo iba saliendo de mi casa en las afueras de la ciudad, a duras penas, una casa de madera cerca de las montañas. Mi familia me mimaba de cuidados dada mi situación de varias quemaduras de 2o y algunas de 3er grado sobre lado izquierdo de mi cuerpo. Necesitaba tomar la luz del día que se asomaba débilmente entre un claro de nubes que se avistaba por encima de la ciudad. Tan tranquila en ese momento. Más temprano, cerca de las 8am se había lanzado la alerta de bombardeo en la ciudad, traté de convencer a mi familia de evacuar, pero cuando se retiró la alarma decidieron no hacerlo a pesar de mi insistencia, pensaban que estaba demasiado traumatizado por mi experiencia anterior. Eran 11am y todo parecía tranquilo, de repente, alcancé a escuchar aviones por encima y entonces una luz cegadora me derribó con un estruendo indescriptible y perdí la consciencia.

Al despertar las sábanas blancas con olor a medicina lo hacía evidente, estaba en un hospital otra vez. La piel me ardía por todas partes, entonces en la cama de mi lado izquierdo con mi ojo descubierto de vendajes vi a un hombre acostado con la mitad de su cuerpo vendada igual que yo, era Tsutomu Yamaguchi. Nuestra condición de sobrevivientes nos hizo identificarnos inmediatamente. Me platicó que él había vivido este infierno dos veces, cuando me lo dijo comprendí que tanto él como yo, eramos un doble hibakusha.
El horror de la guerra parecía no terminar. La exposión de la bomba no había sido nada. Entre sueños, más bien pesadillas, recordaba lo ocurrido en, lo que llamé, mi primera experincia atómica. Hiroshima había sido auténticamente debastada. Me había tocado estar cerca del "lugar cero", lo suficientemente lejos como para no morir en el instante, pero lo suficientemente cerca para alcanzar a ser aturdido por la onda de expansión de la explosión. Mis quemaduras no se habían hecho por la bomba directamente, fue un incendio en el edificio donde dese hace ya un año trabajaba. Estaba como encargado en aquella tienda de abarrotes y utensilios de casa. Un peligro que no imaginé, tan fácil fue que se inició ese incendio, que cuando intentamos reaccionar ya era demasiado tarde. Nadie llegó a nuestro auxilio. Por suerte la mayoría pudimos escapar. No quienes quedaron atrapados en el incendio, trabajadores y clientes, por quienes no pudimos hacer nada, en vano quemé mi brazo izquierdo y parte de mi torso del mismo lado en el intento de socorro, ver y escuchar morir a esas personas justo estando presente es uno de los terrores más grandes que está desde entonces alojado en lo profundo de mi mente.

Comenzé a caminar. Yo mismo no podía moverme con facilidad, sin embargo en cuanto pude ponerme de pie y moverme no dejé de hacerlo. Caminé y me alejé. Vi que había personas todavía peor que yo. No pude reconocer a nadie. Eramos una horda de zombies oscuros, casi almas en pena, deambulando hacia la nada, nadie hablaba, no había nada que pudiera explicarse en ese momento.  Huí de la lluvia tóxica que siguió, sabía que por el daño que se le había hecho a la tierra y al cielo, no podía venir nada bueno. Aguantando la sed gracias a una botella de agua que alcancé a rescatar de la tienda y ocultar entre mis ropas andrajosas, un poco de agua era más que un tesoro en esas circunstancias, la gente estaba dispuesta a cualquier cosa por conseguir una gota al menos, era horrible. Conseguí llegar a un puesto militar que estaba socorriendo a los sobrevivientes. No se cuanto tiempo pasó, de la gente que vi que ibamos camianndo hacia el mismo rumbo, sólo pude reconocer que ya no eramos el mismo número, este había descendido considerablemente cuando por fin pudimos llegar con quienes nos socorrieron.

Me desmayé y pasé el día en el improvisado puesto médico militar. Cuando me desperté vi que no era de los que peor estaba, así que en cuanto pude levantarme me fui lejos de ahí, con la opresión en el estómago de saber que no podía hacer nada por la gente que estaba a mi alrededor.

Así logre llegar a casa de mi familia en Nagasaki, casi las afueras, sin imaginar que la bomba caería cerca de ahí, no en el centro de la ciudad por suerte, pero si cerca de donde estaba la casa de mi familia, que se derrumbó, mi familia volvió a salvarme, quedando yo peor.


Lo que siguió de las exposiones fue peor, mucho peor que las explosiones mismas. Ser testigo de mi propia recuperación junto con las ciudades fue una experiencia amarga. Japón se rindió por fin, la guerra estaba por terminar. El mundo estaba "feliz" y Japón debastado. El terror atómico no terminó. Tantos que murieron por la explosión, tantos más por los efectos a causa de la radiactividad de las bombas, tan así que muchos hubieran preferido que la bomba les hubiera caido justo encima, en lugar de haber tenido que padecer después de esos vómitos negros, lluvia toxica, cáncer, mutilaciones, hemorragias internas.

Tsutomu Yamaguchi y yo compartimos sólo algunas palabras, ya nunca más supe de él después. Ni yo quise dar mi cara a los medios. No tenía intención de mostrar ni recordar las pesadillas vividas. Vivo lo que me queda con el mayor entusiasmo, compartiendo vivencias y buscando esperanza en la humanidad, esa que es capaz de aniquilar a su prójimo así.

Japón hizo mucho mal en la guerra, así como los paises europeos que ganaron y los que perdieron. América hizo mucho mal en la guerra, todos somos parte de lo mismo, de lo bueno y lo malo. Tengo esperanza que no vuelva a pasar, mientras no se olvide, no importa cuantas veces alguien pueda vivir un infierno, uno nunca se acostumbra.....

Carta anónima de un doble hibakusha (sobreviviente a la explosión atómica en Japón)

domingo, 20 de abril de 2014

La verdad acerca del misterio de Ojuela

Era demasiado el revuelo que habia ocasionado ya la desaparición de 5 bebés en tan solo 6 meses de varios hospitales, una situación inusual y terrorifica que mantenia al pueblo de Ojuela sumido en una atmósfera de miedo colectivo. Lo mas preocupante es que en la semana habian nacido 3 niños mas y podrian ser las próximas vícitmas, por lo que los dos hospitales de la ciudad, se encontraban fuertemente vigilados, tratando de evitar otra desaparición. Las razones nadie las sabia, ni podian identificar que el autor de esos raptos haya sido obra de algun fuereño o algun poblador, la gente insinuaba mas el segundo supuesto, pero eso, eran solo rumores.

El caso ya habia echo eco y fue tomado por instancias policiacas federales, dispuestos a resolver el misterio de los bebes perdidos de Ojuela, un escuadrón de investigadores y policias, de los mejores que ha visto este pais, decidieron moverse a esa hermosa ciudad pequeña pero esplendorosa. No irian solos, los acompañaria un reportero que trabaja para uno de los mas prestigiosos periodicos de la capital, su nombre: José Reyes.

"Pepe", como era conocido entre el circulo de periodistas, habia hecho peticiones similares en otras ocasiones y habian sido denegadas, pero esta vez era diferente, la policia estaba poniendo toda la carne en el asador, necesitaban que alguien hablara bien de ellos, y se calmara un poco la opinión pública, aunque nunca lo sentenciaron con esa condición, era mas bien intuida y entendida por Pepe, sinceramente, a él no le importaba un comino si hablaba bien de ellos en ese trabajo que haría, el iba a Ojuela por algo más, que nadie lo vió venir pero fue una buena jugarreta, el queria entrevistar a un personaje que recientemente se habia hecho famoso y que también vivia en esa misma ciudad, era nada mas y nada menos que Pedro Delgado, el mas reciente héroe de la ciudad, debido a su inquebrantable espíritu de sobrevivencia, tres meses después de un terrible accidente en un vuelo, tuvo que sobrevivir junto a otras personas en una montaña, él jugó un papel muy importante, ya que fue una de las personas que caminó mas de 100 kilometros entre picos nevados para poder pedir auxilio después de haberse enterado que el mundo entero los daba por muertos.

Pedro, era padre de uno de los niños recién nacidos que la comunidad entera de Ojuela vigilaba, se caracterizaba por ser uraño, y con la situación de los raptos, era notoriamente mas irritable, desde la llegada al país después del accidente, hasta el dia de hoy, solo habia dado dos entrevistas, y la información habia sido sacada a regaña dientes, pero la gente sigue aun interesada en el tema y Pedro ya no queria hablar. 

En la primera entrevista que dió, destacó los primeros dias de sobrevivencia, el impacto de ver a las personas muertas, y de como se tuvieron que organizar para poder sobrevivir el tiempo que fuera necesario. Sin embargo, quedaron muchos temas en el aire que Pedro o ya no quiso aclarar o harto de ser el foco de atención.

Pepe sabia que esta era su oportunidad y no la desperdiciaria, haría lo que muchos intentaron y no pudieron, es decir, realizar una verdadera entrevista a Pedro, sacar la mayor cantidad de detalles de su historia, enaltecer la valentia de estos hombres, y de paso documentar como se resolvió el tema de los raptos de los bebés para así ser considerado uno de los mejores periodistas, parecia ser la oportunidad perfecta.

El 13 de octubre fue la fecha cuando llego a la ciudad, el escuadrón de inteligencia con Pepe Reyes, se hospedaron en el hotel Regina, que por esos tiempos era el mejor de la ciudad. Utilizaron todo el hotel por razones de seguridad y dejaron una de la habitaciones para el invitado incómodo, que hacia de palero y seria el encargado de hacer sobresalir las acciones del gobierno.

Sabía Pepe que no tenia tiempo que perder, y se disponia a entablar la primera comunicación con Pedro, cuando repentinamente sonó el teléfono que se encontraba en su habitación, era uno de los agentes indicandole que harian el primer recorrido por los hospitales involucrados, que seguramente le interesia acompañarlos, dijo que si, pero con mas compromiso que ganas.

Nunca se imaginó que en tan pequeña población hubiera una manifestación tan grande, al llegar al hospital principal, podia observarse a la gente inconforme justo afuera de el, gritando consignas en contra de las autoridades del hospital y del gobierno local. La gente se veia nerviosa y molesta con la situación, sin duda si volvia a ocurrir algun rapto, la situación se saldría de control. El acceso al hospital fue complicado, despues de pasar entre los manifestantes, se tenia que identificar uno plenamente para poder accesar al sitio. Dudaba, que al menos en ese hospital alguien se atreviera a robarse otro bebé.



Asi transcurrió el dia recorriendo los sitios, entrevistando a los involucrados en la seguridad, asistencia y cuidado de los pacientes, bueno incluso hasta se entrevistó al conserje, que habia logrado ver como una persona alta, con sombrero, llevaba entre sus manos a uno de los niños, y que al seguirlo no pudo volver a verlo, parecia que se habia esfumado justo al dar vuelta en uno de los pasillos del hospital.

Pasaron 6 horas y ya estaban de regreso en el hotel, pidió un sandwich en el restaurante y corrió a su habitación para hacer una llamada, estaba ansioso para entablar un primer acercamiento con Pedro.

Fueron casi 2 horas las que pasaron al teléfono, y de alguna manera habia logrado Pepe establecer comfort. Al principio fue dificil, pero conforme fue avanzando la plática ni siquiera el mismo reportero sabe como le hizo para que tuviera la paciencia y aceptara finalmente Pedro una entrevista. La condición que le pidió es que fuera en su casa.

Ese mismo dia Pedro, después de tener la conversación con Pepe, se puso muy nervioso y no aguanto más, en un arrebato de inseguridad y pánico, se dirigió al hospital y recogió a su bebé, que aunque aun tenia que estar bajo observación, no le importó y se lo llevó. El personal trató de disuadirlo, pero el no pretendia que su hijo pasara un dia mas en ese lugar. Llegando a su casa se apresuró a ponerlo en su cuna que ya estaba mas que lista, apagó la luz y se marchó a su cuarto con su esposa.

El 15 de octubre fue el dia acordado para la entrevista, y por supuesto que estudió una y otra vez Pepe las preguntas, argumentos y situaciones que tratarían. Estaba listo para ser catapultado a la fama, por su trabajo.


(Continuará)





domingo, 29 de diciembre de 2013

El dilema de Linda



Linda yace en su cama, tranquila e impasible, de verdad parece que nada sucediera en esa habitación, pero esta pensando. No sabe que será de su vida, apenas ayer estaba dejando atrás la adolescencia, y si, justo ayer estaba todavía festejando su cumpleaños número 18, viviendo su transición feliz y sin preocupación alguna, viviendo al máximo, dicen.

Linda había tenido una adolescencia plena, escuela con muchos amigos, había logrado concluir la preparatoria con un promedio destacado, hacía natación recreativa, le gustaba ir a bailar y tenía una novia que la quería mucho, sí, una novia.

Sandy era el nombre que le retumbaba en su cabeza todos los días. Habían sido amigas desde que había empezado la prepa, inseparables. Conectaron desde la primera vez que se vieron:

- Hola, ¿estas apartando ese lugar con tu mochila? - preguntó Sandy.
- Creo que si, a tí - le contestó vagamente Linda, sin dejar pasar desapercibida la sonrisa pícara que Sandy le regalaba.

Desde esa ocasión fueron amigas inseparables. El clásico cliché adolescente, se contaban sus secretos, sus inquietudes, compartían su ropa, secreteaban confidencias e incluso hasta hacían tareas juntas.

Todo parecía tan "normal", una amistad inocente. Linda no entendía porque cuando estaba con Sandy de repente sentía no sólo esa pertenencia a algún lugar llamado hogar, sino además ese revoloteo en el estómago y ansiedad en el corazón que sólo otorga el placer hacia lo desconocido.

Pintaban sus uñas un día en la plaza, los últimos días de preparatoria, pronto cumplirían 18, pronto irían a una universidad diferente, y en ese entonces, entre los últimos exámenes les quedaba mucho tiempo libre que aprovechaban juntas. Ahí estaban una junto a la otra en una banca cualquiera, tomadas de las manos mientras apreciaban su reciente obra de arte plasmada en las uñas de la otra, cuando Linda no pudo contenerse más y se arrojó a robar un beso en un acto desesperado por convertir ese momento en único y eterno, sin importarle más que ese sentimiento intenso y palpitante que le rodeó por completo. Al momento que Linda sentía el rose de los deseados labios y como estos se tensaban, se le escapó una lágrima pensando que podría ser la primera y última vez que convivía con Sandy de esa manera, cuando de repente, la tensión desapareció y en un santiamén sintió en sus labios como le respondía ese beso con la misma calidez que Sandy recibía.

Ese verano fue grandioso, su lazo se consolidó aún más. Se descubrieron, se comprendieron, se contaron más cosas, si es que eso era posible. Les costaba no mostrar su felicidad al mundo exterior. Habían sido discretas hasta esa tarde del cumpleaños de Linda, cuando en un arrebato de felicidad luego de haber empujado a Linda al pastel, Sandy no se detuvo y se embarró pastel en la cara dándole un profundo beso en la boca a Linda al momento que todos los invitados las miraban. Los flashes de las cámaras se apagaron y los papás de Linda que estaban a su otro costado solo quedaron estupefactos, toda la escena en ese momento se quedó inmóvil por unos momentos, como una auténtica fotografía. Momentos es decir unos cuantos segundos, pero de esos segundos que parecen durar una eternidad. Todo pasó por la cabeza de Linda y de Sandy al momento que por parte de los papás de Linda y de los demás invitados se ataban tantos cabos sueltos. Parecía que solo faltaba una acción así para confirmarlo todo, para superar la negación. Los papás de Linda se marcharon sin decir más, algunos de sus amigos más cercanos abrazaron a ambas, otros ante la incomodidad aprovecharon para escabullirse.

Después de haberse marchado los invitados inclusive Sandy, Linda subió a su cuarto, caminando lentamente como si en cada paso meditara que fue lo que exactamente pasó. Se dejó caer en la orilla de la cama, un poco desganada, por que sabía la tempestad que se avecinaba, de repente no hubo mas ruido ni en la cocina, ni en la sala, ni en los pasillos, ni en su cuarto, se podía escuchar con toda precisión el latir de su corazón, o al menos esa impresión tenía por el nerviosismo que la invadía.

Así que ahí estaba Linda, escuchó ruido en las escaleras, sus papás subían, o tal vez solo su padre para pedirle que bajara a la sala y así hablar con ella. Aún en ese momento de estrés, Linda seguía pensando en Sandy. No hizo intento alguno por dirigirse a la sala.

A los pocos minutos escuchó sonar la puerta de su habitación, sabía que tendría que ser franca, ese momento inevitable, ahora ineludible, hacía su arribo al fin.

Abrió la puerta lentamente, como queriendo evitar el momento. Del otro lado, su padre, que comúnmente se caracterizaba por su aspecto bonachón, esta vez tenia el rostro desencajado, para Linda era completamente desconocida esa imagen. Solo vio una lágrima derramarse por la mejilla de su padre, y él enseguida pronunció: ¡Te vas de la casa! se retiró de inmediato y golpeó el muro al final del pasillo mientras se alejaba, al llegar al cuarto se encerró y por lo que Linda logró escuchar empezó una discusión entre sus padres.

Estaba triste, destruida y sin saber que hacer. Esa persona que vio no era su papá, el jamás la dejaría sin explicar una situación, pero esta vez parecía ser todo muy diferente. Tomó su celular y un poco de ropa y lo echó a una mochila un tanto sucia, era la misma que les había servido para hacer un camping en una zona cercana con Sandy y sus amigas días atrás.

Sin decir adiós se apresuró a salir de la casa, caminó y caminó por las calles de la ciudad, sabía que tenia que estar sola por algún tiempo, necesitaba pensar que decisión tomar.

Esa noche, se sintió sin amigas, aunque si las tenía, no quizo hablar con las personas; quizo no pertenecer por un instante a este mundo, finalmente paró su loco caminar en la central de autobuses y ahí entre pasajeros varados e indigentes logró pasar la larga y fría noche.

A la mañana siguiente con los rayos del sol, despertó con una decisión en su mente; al ver su celular descubrió que tenia mas llamadas perdidas, que las que había visto en su vida entera. Algunas eran de su mamá, algunas de sus amigas, y el resto eran de Sandy; obviamente todos querían tener noticias de ella, pero nadie sabia siquiera donde había pasado la noche.

Tenia un plan y estaba por ejecutarlo.

Recordó que días atrás había dejado un algo en la casa de su amigo Rodrigo, su cómplice cuando quería dar gratas sorpresas a Sandy. Se apresuró a llegar a la casa de él.

Cuando estuvo ahí, escaló por una de las paredes hasta la ventana del cuarto de Rodrigo, entró sigilosamente, a su derecha yacía su amigo envuelto entre sábanas y apenas el dedo gordo de su pie se escapaba de ellas. Echó un vistazo rápido y abrió el armario, repasó con la mirada los objetos que estaban ahí y se detuvo desilusionada de no encontrar lo que buscaba, se agachó y continuó en el piso y debajo de la cama, también sin tener éxito. Alzó la vista y justo apenas por encima del cuerpo dormido de su amigo logró ver una silla al otro lado del cuarto, gateando y cuidando de no hacer ruido llegó hasta ella y descubrió que había dado con lo que buscaba, lo tomó y lo metió en su mochila, algo que parecía ser una cuerda, nerviosamente se acercó a la ventana y descendió hasta el césped justo en el frente de la casa.

Sabía que tenía que hacer algo que hiciera reaccionar a sus papás de una forma u otra.

Recordó que a escasamente 2 kilómetros se encontraba un puente, y por debajo de este siempre pasaba su papá con estricta puntualidad a las 8:45 am. Volteó a ver su reloj y marcaba las 8:35 am. corrió lo mas rápido que pudo y subió al puente y en un arrebato de coraje y decisión sacó de su mochila la cuerda y dejó que una de las puntas cayera ligeramente por el lado donde pasaría su padre.

Algunos transeúntes que se encontraban caminando justo por las aceras de ambos lados debajo del puente se detuvieron con curiosidad para averiguar que pretendía hacer esa jovencita con lágrimas en los ojos, supusieron lo peor, al ver la cuerda le gritaron que no lo hiciera y otros se apresuraron para hablar a la policia.

Linda posicionada en el puente vio en la lejanía lo que parecía ser el coche de su padre, hizo el último nudo a la cuerda y mientras observaba como se aproximaba rápidamente el vehículo, sabia que el momento para hacerlo habia llegado.

El padre la lo lejos reconoció a esa persona en lo alto del puente, disminuyó la velocidad justo antes de llegar, tenia un mal presentimiento e hizo un gesto de arrepentimiento, sabia que pasara lo que pasara ya no habia forma de evitarlo.

Sorpresivamente para todos quienes observaban la escena desde abajo, no se dejó caer ella como suponían lo haria, en su lugar una manta se desplegó y se podía leer: "Sandy, te quiero. Lucharé por ti".

lunes, 5 de agosto de 2013

Nos reconocimos en el elevador

Uvaldina Alejandra Ramírez Aguilar, "Uva" para los cuates. Desde hace 27 años he lidiado con ese nombre, feo o no era algo con lo que me había acostumbrado a vivir.

Acababa de llegar del trabajo, pasada la media noche, había sido un día pesado, vivo en un tercer piso y por fortuna en el edificio hay elevador, después de saludar al chico de seguridad de la entrada, me dirigí hacia la puerta para presionar el botón que me llevaría al piso de mi departamento, cuando de repente trastabillando se acercó hacia mi, Raúl, el chico más guapo que conocía y vivía en el piso cinco, me alegraba verlo pero tenía una muy buena borrachera encima.

Se abrieron las puertas y los dos entramos, presioné el botón del piso tres y él el cinco. Me vio y me preguntó ¿Cómo te llamas?, -ya se lo había dicho en dos ocasiones anteriormente- y respondí: Uva. Se rió y dijo, que bonito nombre; era la primera persona que me decía eso, se me dibujó una sonrisa en el rostro y pensé que esta debía ser mi oportunidad para invitarlo a salir.

En la pantalla del elevador apareció el número dos, sólo tenía unos segundos para hablar con él antes de bajarme. Me gusta tanto que las manos me empezaron a sudar y la mente se me puso en blanco mientras veía aparecer el número tres. Era tiempo de bajar... Se abrieron las puertas y presioné el botón para que se cerrarán nuevamente, no estaba dispuesta a bajarme sin intentar hablarle, volteé y él jugueteaba con su celular, ni siquiera notó la escena.

Ya el número cuatro aparecía en la pantalla, podía sentir el palpitar de mi corazón, las manos me sudaban aún más y yo tenía atorada la voz, mi oportunidad se esfumaba; a unos segundos de llegar al quinto piso supe que no me atrevería, bajé la cara con resignación. Abruptamente el ascensor se estremeció, se había detenido, se apagaron las luces y se encendieron las de emergencia, que dejaban un ambiente rojizo en esos 3 metros cuadrados.

Presioné los botones desesperadamente creyendo que podría tratarse de algún incendio, Raúl tranquilamente y con su aliento alcohólico me dijo
-No te preocupes, siempre pasa lo mismo, es un apagón, no tarda en funcionar nuevamente.

Sus palabras me tranquilizaron y mi mente volvió en lo que estaba, me di la vuelta lo miré a los ojos, le di las gracias y después pregunté: ¿Qué es lo más loco que has hecho en un elevador? Me vió, tartamudeó como queriendo responder rápida y correctamente pero no pudo, su reacción la tomé como un signo de complacencia, la complacencia para mi significaba que le agradaba y si le agradaba tenía oportunidad. En fracciones de segundos, me acerqué y comencé a besarlo.

Su primer reacción fue la de aumentar el tamaño de sus ojos mostrando una clara sorpresa, después volvió a cerrarlos, en ningún momento tuvo la intención de detenerme.

Mis besos fueron tiernos al principio pero fuimos aumentando rápidamente el ritmo e intensidad de ellos, el mordió en dos ocasiones mis labios, yo alternaba metiendo mi lengua entre sus carnosos labios. Sentí una de sus manos poniéndomela sobre mi pecho y después deslizándose hasta los botones de la blusa, los desabrocho uno a uno con tanta sutileza que hacia difícil notarlo, en cuanto me quitó esa prenda su mano se dirigió a mi espalda y sin forcejear también desabrocho el brassiere, liberando mis pechos y dejando a su vista mis pezones que excitados se erguían.

Me colocó una mano sobre su pene, como para indicarme que el también necesitaba ser liberado, y lo pude notar más potente y duro que aquellos que había conocido en mi vida. Desabroché su pantalón y deje caer la prenda sobre sus pies, mientras él por su cuenta se quitaba la camisa, yo aproveché para quitar la última prenda de su cuerpo, al verse un poco más desnudo que yo, se apresuró a dejarme en igualdad. Continuó besándome, buscando mi cuello y haciéndome erizar con cada respiración suya. Me tomó de las caderas y me giró de manera brusca, en ese momento me percaté de un detalle que había pasado por alto, tenía frente a mi un espejo, lo vi por el reflejo y los dos sonreímos en complicidad.
....
No podía creer que me había atrevido al fin, el elevador reaccionó y me apresuré a oprimir el botón del tercer piso. ¿lo dejé entrar en mi casa? ... si. Hicimos escalas hasta llegar a mi habitación, con trastabilleos por estar medio vestidos,  logré guiarlo hasta llegar a mi cama. A media luz seguí besándolo hasta despojarlo de todas sus prendas, no se como hizo él para jalar la poca ropa que quedaba sobre mi cuerpo, al final de cuentas terminamos igual de desnudos. Estaba a sólo a un par de centímetros de poder sentirlo dentro, su palpitar erizaba mi piel, no pude aguantar más. 

Sudamos tanto y dormimos tan poco. Percibí el olor de alcohol que transpiraba su cuerpo, que no podía dejar de acariciar mientras él empujaba más y más. Enloquecí, me agoté, él se estremeció, yo grité. Al terminar no me di cuenta el momento en que quedé profundamente dormida, mientras el balbuceaba mi nombre: "Uva".

El olor a resaca me despertó por la mañana, ¡me había quedado dormida para ir al trabajo! Noté que Raúl no estaba, ningún vestigio de su presencia había quedado en mi habitación, solo su olor sobre mi piel, combinación de transpiración y sexo que me dejaba claro que no había sido un sueño lo de esa noche, pero... ¿y él? 

"Tonta", pensé para mis adentros, mientras regresaba del trabajo. No podía ilusionarme con algo así, una aventura de una noche seguramente había sido para él, tal vez ahora jamás podré acercarme. Aunque otra parte de mí se aferraba a la posibilidad de que podía tratarse de una puerta que se abría a más encuentros como ese. 

Entré al elevador, la puerta se iba cerrando cuando alguien estiró la mano y dijo "Espere por favor". Yo oprimí el botón de espera, Raúl se asomó y entró. No pude evitar dedicarle una sonrisa cuando me miró, sin embargo el momento duró poco, él no dedicó atención a mirarme, sino que solo dijo "Gracias" y subió al ascensor. Oprimí el botón del piso tres y el se apresuró a oprimir el botón del piso cinco. Me sentía una estúpida, y no por lo que había pasado sino por la ilusión que ello me había generado. Lo imaginaba otra vez tocándome mientras pasábamos el primer piso. Luego deseé que el elevador se descompusiera otra vez, que reviviera aquel momento tal cual. Yo volteé a verlo pero él estaba mirando el indicador de piso que cambiaba mientras pasábamos la segunda planta del edificio. Se veía tan guapo, más que como lo recordaba de la noche anterior, solo que hoy sobrio y con su seguridad de siempre. El indicador estaba cambiando a tres, y yo cada vez mas resignada me dispuse a salir apresuradamente en cuanto se abriera la puerta. 

Se abrió la puerta del elevador, al que en ese momento odié tanto, empezaba mi carrera cuando inesperadamente, sentí la mano de Raúl que me detenía y me jalaba hacía adentro nuevamente. Raúl me tomo por detrás y me pego a su cuerpo abrazándome firmemente. Se acercó a mi oído y suavemente susurró "Uva, ¿que te parece si hoy vamos a mi depa?". Mis ojos se abrieron, mientras él empezaba a acariciar mi pecho con sus manos, yo me estreché a él y , mientras un beso suyo se ahogaba en mi cuello, levantamos la mirada de costado y nos miramos al espejo. En el reflejo, nos volvimos a sonreír con la complicidad de dos reconocidos amantes. Entonces, se cerró la puerta, y el elevador continuó su camino.

martes, 18 de diciembre de 2012

La revelación del vagabundo

"Hoy voy a cambiar".... Nahuel balbuceó entre sueños, justo con ese último remanso de modorra que queda en uno cuando estas a punto de abrir los ojos al despertar. Se quitó la cobija sucia que le cubría la cara y observó a los transeúntes que apurados andaban por esa ancha acera, corriendo algunos incluso, pasaban una y otra vez sin mirarlos si quiera. Se movió ligeramente y percibió la respiración que le acompañaba en ese colchón viejo e irregular, era Pancho, su viejo y fiel amigo, aún yacía dormido y se veía tan tranquilo, Pancho era un perro callejero, bueno, era su perro callejero, que no es lo mismo.
Habían dormido juntos otra vez como era costumbre en esa época del año para menguar el frío que por madrugada llegaba a hacer. Pancho siempre tardaba en despertar, "valiente perro guardián", pensaba su amo, pero Pancho se tomaba muy en serio dormir a gusto en el colchón, algo que sólo está al alcance de algunos perros de alta alcurnia y portentoso pedigree, Pancho debía aprovechar.

"Hoy voy a cambiar", se repitió Nahuel un poco más despierto que cuando esa idea le pasó por la cabeza. Con mucho cuidado de no despertar a Pancho, se levantó, tarea fácil en un colchón de esos nuevos y ostentosos que se hunden solo en el preciso lugar donde haces presión y que no emiten ningún sonido cual nube de algodón. Este colchón definitivamente no era así, con mucho cuidado e igual numero de rechinidos de los resortes oxidados del colchón Nahuel consiguió levantarse y mantener a su perro aún dormido.

La calle lucía como un día hábil cualquiera, con mucha prisa y gente con ropa de oficina haciendo ruido con sus zapatos al caminar. Nahuel se acomodó un deshilachado gorro sobre su despeinada cabellera, se puso esos zapatos tennis que para él eran nuevos, porque tenía poco que los acababa de encontrar, y en muy buen estado, y se dirigió a la plaza que estaba cruzando la calle, se sentó en una banca y dejó que el sol le pegara en la cara, ese sol invernal que no calienta nada, y pensó "Hoy voy a cambiar"... Nahuel era un vagabundo.
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Karla, una chica joven recién egresada de la universidad, había decidido inscribirse semanas atrás a un concurso para poder elegir al nuevo colaborador de un periódico local. La dinámica era sencilla, quien presentara la mejor historia y después de una entrevista con el editor quedaría contratado para trabajar con ellos.

Buscando inspiración en diversos lugares, se le ocurrió escribir acerca del accidente que había sufrido un parapentista recientemente, pero se le hizo demasiado común hablar sobre accidentes. Cambió de idea y pensó en escribir una reflexión de como hemos sido engañados por una supuesta democracia, mientras los círculos de poder son los que dominan al país, pero es el tema que está en boga, seguro habría muchos artículos parecidos.

Decepcionada un poco por no saber que escribir se sentó en la banca que estaba en la plaza por la que caminaba, observó a su alrededor y encontró a una paloma que ágilmente esquivaba a un niño y sus intentos por atraparla, trató de leer los labios de un señor vestido de saco y corbata que hablaba por el celular, sin tener éxito, después de dar una segunda repasada con la mirada vio algo que no había notado anteriormente, era un vagabundo que estaba justo enfrente de ella y se le ocurrió que podría ser una buena historia el saber como una persona común se puede convertir en un vagabundo.

Se acercó discretamente y preguntó por su nombre. El no contestó inmediatamente, se hizo un letargo en la mirada del vagabundo y tras unos segundos volvió en si y contestó... Soy Nahuel, "Hoy voy a cambiar".

Al principio, parecía una locura querer hablar con él, pero una corazonada le decía que podía resultar algo muy bueno de esa plática, le explico a Nahuel su situación y que sólo le haría unas preguntas, Nahuel la miró y le dijo:

-Si te puedo ayudar, solo requiero que me hagas tres favores.
-¿Cuáles son? Preguntó Karla con cierto aire de ingenuidad.
Hizo un chiflido, y Pancho enseguida se paró y dejó atrás el colchón donde dormía para dirigirse hacia él. Nahuel lo abrazó y le dijo a Karla:
-Consíguenos algo de comer.
-Después de conseguirles comida ¿Cuál seria el segundo favor?
-Uno a la vez, uno a la vez.

Karla por un momento pensó que ese vagabundo se estaba aprovechando de la situación, pero accedió, un tanto por samaritana y otro tanto por necesidad de conseguir una buena historia. Regresó a los 10 minutos con dos tamales y un atole para ellos.

Nahuel, vio  olió e hizo un comentario nada acertado: ¿Solo esto? y con desgano se comió uno y el otro se lo dio a Pancho.

-Bien, ahora el segundo favor...
-Oiga señor, como puedo saber que lo que me va a decir es realmente bueno, primero cuénteme algo para saber si vale la pena.
-¿Cual es tu nombre?
-Karla
-Karla, créeme, esto vale mucho la pena y nunca se lo he contado a nadie. Aunque no me creas, presentía que hoy vendrías, además el segundo favor es muy fácil. Antes de contestar tus preguntas, te contaré algo, solo escucha atentamente.
A Karla le pareció que era algo con lo que podía cumplir fácilmente, así es que asintió con la cabeza.
-Bien, entonces empezaré.

Yo llegué a tener todo lo que te puedes imaginar, una buena casa, un buen carro, tenia un grandioso empleo, una bonita familia y parecía ser la persona mas feliz del mundo, pero yo tengo una maldición y mas tarde que temprano se hizo notar en mi vida.

Cada uno de los elementos que componía mi feliz vida, se fue desmoronando uno a uno.

Mi maldición es saber cuando va a morir a alguien. Karla no pudo evitar reír  pero enseguida Nahuel procedió con su historia.

Desde que era niño mi madre me advirtió de esto, y me dijo que debía contárselo a la persona involucrada para que estuviera prevenida y que era la única forma de que se salvaría. Nunca ocurrió durante mi niñez, pero cuando cumplí la edad de 35 años empezó mi martirio.

Cuando la muerte ronda a alguien, veo a la persona con una sombra que siempre lo sigue, lo vi con uno de mis mejores amigos, se lo conté y al otro día murió, fue algo que me dejó muy mal durante algunos meses, de alguna forma me sentía culpable de su desdicha. Lo más trágico ocurrió cuando empezó con mi familia cercana, primero mi madre, enseguida mi esposa, no sabia que estaba haciendo mal, pues cumplía cabalmente con las indicaciones de contárselo y aun así parecía no detener a la muerte que las rondaba.

Incluso, cuando sucedió lo de mi esposa, a mi me acusaron de haberla matado, me quitaron la custodia de mi hija, y yo estuve recluido durante 5 años en una prisión hasta que pude demostrar el no haber tenido que ver con su muerte. Para ese entonces, mi hija ya había sido dada en adopción y al parecer se la habían llevado a otro país, así  que no supe mas de ella.

Y es así que sin nada que perder perdí el interés en la vida y en mi mismo, y terminé vagabundo por las calles.

Antes de pedirte el último favor, te contaré que salió mal y porque la muerte siempre parecía ganar sin importar que yo se los contara. Lo que salia mal y que no sabia es que ellos mismo no debían decírselo a nadie mas, es un secreto que debían guardar y hasta el momento que lo revelaran, ocurriría su muerte.

-Ahora si te pido el último favor. ¿Estas lista?

Karla sin terminar de asimilar bien la información, creyéndole cada una de sus palabras y sintiendo una pena por el, le contestó que si.

-No se lo cuentes a nadie, porque hay una sombra rondándote.

jueves, 16 de agosto de 2012

La historia de Inés


Inés, joven educada en un colegio con fuertes principios religiosos, se jactaba de su pureza y buenos modales.


El profesor de botánica un día decidió llevar a la clase a una excursión por el campo, para explicarles algunos detalles que habían visto anteriormente; el dia transcurrió muy ameno, todos habían disfrutado realmente ese paseo. Cuando llegó la hora de comer algo, todos se quedaron sentados bajo un árbol que con su frondosa sombra invitaba a la relajación, el profesor por el contrario decidió caminar un poco hacia otros árboles que se veían a poca distancia.

Inés, lo alcanzó y empezó a preguntarle acerca de algunas plantas que habían llamado su atención. Mientras el profesor explicaba cada una de sus dudas, continuaron caminando hasta detenerse bajo un árbol de castaño; inmediatamente Inés, hizo un ademán con su nariz como queriendo descifrar algún aroma e interrumpió a su profesor diciéndole que el olor que percibía le era muy familiar, el profesor se puso nervioso y le dijo que no podía ser posible eso, su actitud cambió y trató de evadir el tema.

Inés insistió que ese aroma le era muy familiar y que al parecer el profesor se había sentido incómodo con su aseveración, le comentó que si había hecho algo indebido, a lo que el profesor contestó que no era precisamente algo que haya hecho, pero que entre los botánicos, solían mencionar que algunas plantas y árboles incluida la flor de castaño tenia ese olor peculiar de... cuando un hombre eyacula.
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Fue una revelación inesperada. El profesor de un momento a otro había cambiado la percepción que se había generado en su propia cabeza a cerca de Inés, y en su mismo pensamiento se reprochó, se decía a si mismo, que como persona educada y de pensamientos de avanzada no podía dejarse llevar por los prejuicios. Le parecía familiar un olor que era considerado prohibido para una señorita, que como ella, se jactaba de su pureza moral y espiritual.

Inés pareció notar un cambio en el semblante del profesor nuevamente, se pintó un ligero rubor en sus mejillas que la hizo ver un poco más bella y un poco menos pura, y prosiguió en admirar la naturaleza que les rodeaba. El profesor no se daba cuenta pero algo en su propio interior se estaba desbordando con una fuerza mayor que una marejada, con un calor superior al que genera un meteorito cuando se desmorona al hacer contacto con la atmósfera. Pensaba en la ternura de los pétalos de las flores que les rodeaban, pensaba en los colibríes  que palpitantemente buscaban néctar introduciendo sus picos en los retoños de esas flores, como si no hubiera mañana. Esbozó una sonrisa que Inés no pudo pasar desapercibida. ¿Qué le estaba pasando? no se podía explicar como hasta ese momento no había notado la exquisita belleza que acompañaba a Inés todo el tiempo, y de como el aroma de su piel mezclado con el de la flor de castaño le provocaba tal aversión en su espíritu.

Inés sacó al profesor de sus  pensamientos tocando su mano y diciendo que era mejor que regresaran. Él al sentir el rose con sus suaves dedos se estremeció un poco, pero esto hizo también que regresara a la realidad. El profesor apretó la mano de Inés, se reincorporó y le ayudó a que ella se pusiera de pie. Justo en el momento en que Inés recuperó la posición erguida, levantó su cabeza y sus miradas se cruzaron. El profesor no dejaba de apretar la delicada mano y ella no hacía por soltarse. El profesor la miraba como si hubiera descubierto una nueva flor paseando por las llanuras de siempre, nuevamente ella le sacó de su ensimismamiento diciéndole "Es posible aprender muchas cosas nuevas gracias a las plantas, ¿no es verdad profesor?", él le contestó "Así es, Inés", y sin decir más, se fueron caminando a por debajo de los árboles para encontrarse nuevamente con los demás alumnos de la clase.

sábado, 31 de marzo de 2012

El comienzo de las historias a 2 manos

Mi profesora de 4o. grado de primaria siempre nos presumia de ser ambidiestra, aunque nunca la vi escribiendo con la mano izquierda (solamente con la derecha), no dudo que asi haya sido, desde ese entonces analizé la posibilidad de que yo adquiriera esa habilidad también, ¿por qué? no lo sé, pero creia que en el futuro me podría ser útil.

Varios años después, me entero que uno de mis mas grandes héroes de la historia -Leonardo da Vinci-, era ambidiestro, entre toda la lista de monerias que hacia, por decirlo así. Inspirado en él, me propuse nuevamente a intentarlo, ahora fue mas en serio, lo intenté duro, al grado que escribia hojas enteras llenas de pensamientos o de simples letras al azar y me llevaba mucho tiempo, creo que alcanzé a lograr cierta fluidez después de algunos dias. Empecé a "demostrar" con mis amigos que podía escribir con ambas manos, e incitaba a alguien a hacerlo, no es que fuera bueno, pero lograba ser mejor que ellos, eso fue por algún tiempo mi máximo logro en ese tema.

Aún estoy convencido de las bondades de poder escribir con ambas manos, aún tengo el pensamiento que lo dominaré plenamente. Mientras tanto, me gusta fantasear con la idea, y no solo en la escritura, ahora he empezado tambien hacer cosas cotidianas con ambas manos.

He llegado a imaginarme, que las manos muchas veces son como personas diferentes, similares en apariencia, pero a cada una se debe "educar" de diferente forma, encontrar sus puntos débiles y explotar los fuertes. Y que al menos en mi caso, sirven como forma de expresión.

Y bajo ese mismo orden de ideas de sincronización, alguna vez platiqué con un amigo, el interesante ejercicio que resultaria de escribir algo y que otra persona lo terminara, algo como si uno fuera la mano derecha y otro la mano izquierda, dominadas bajo un mismo tema, pero que cada quien por su lado exploraría diferentes caminos pero con un mismo hilo conductor y además que ambos terminaran satisfechos con el resultado final. Es así como quisimos empezar con este blog, un intento de tolerancia a la invasión de las ideas de otra persona, y adecuarlas para que dos personas se sincronizen, en un fin, en una historia...